Uno de los problemas más notorios que afecta hoy a la capital del Meta es la anarquía en el tránsito vehicular. Los conductores y peatones son indisciplinados, las rutas del servicio urbano de transporte congestionan el centro y no cubren toda la ciudad, y para completar la Secretaría de Tránsito Municipal, encargada de velar por este servicio, es presa de la corrupción, desde mucho tiempo. En Villavicencio no es difícil encontrar ejemplos de irrespeto a las normas de tránsito. No se respetan las señales preventivas, mucho menos las reglamentarias, de las cuales depende en ocasiones hasta la vida. Es común ver conductores pasándose semáforos en rojo, arriesgando su vida y la de los demás. Riesgo que es mayor en el caso de motociclistas y ciclistas, que son los que con mayor frecuencia infringen las normas, al igual que los taxistas, según las cifras de accidentalidad de Medicina Legal. Tampoco se tienen en cuenta los sentidos viales, los límites de velocidad, el uso del carril adecuado y las precauciones al cambiar de carril. Lo anterior para no mencionar la agresividad de la mayoría de conductores. Las cifras estadísticas del Instituto de Medicina Legal muestran que en los últimos cinco años los accidentes de tránsito son la segunda causa de muertes en la ciudad, después del homicidio. Esas estadísticas permiten ver que las principales víctimas de los accidentes de tránsito son los motociclistas y los peatones, aun cuando desde 1999 -cuando entró en vigencia el uso del casco obligatorio para los motociclistas- disminuyeron. Pero los problemas del tránsito no están sólo en las calles, para la misma secretaria de Tránsito municipal, Carmen Ayde Leal, no es un secreto que al interior de esta entidad hay corrupción. De 380 investigaciones que se llevan a cabo en la Oficina de Control Disciplinario de la alcaldía en contra de funcionarios de la administración municipal, al menos 120 están relacionadas con agentes de tránsito y con la Secretaría. Los
